15 de Agosto del 2007: el sur remece y en menos de dos minutos más de 3 mil de personas perdieron sus hogares, familiares y todo lo que hacía que su vida funcione. Tan sólo se necesitó un minuto de ese terrible sismo para que cientos de feligreses que asistieron a la Iglesia del Señor de Luren perecieran bajo los escombros sin que nadie los ayude y los deje morir. Casi 600 muertos dejó como saldo este terrible desastre y aún no se ven cambios. Miles de damnificados aún siguen en las calles en medio de la destrucción y observan el pasar de sus vidas con indignación y desesperación porque todo lo que hace un año se prometió no se cumple.
¿A qué se debe este desamparo? Al parecer, en la desorganización del Gobierno. La misma noche que ocurrió el movimiento,el presidente Alan García dio un mensaje a la Nación agradeciendo a Dios que no había daños mayores. Y peor aún, miles de personas seguían en el abandono cinco días después del terremoto y a pesar de eso, el presidente hacía notar su negligencia y soberbia al decir que todo lo tenía bajo control. La ayuda hasta hoy persiste por parte de las ONG y las organizaciones de ayuda humanitaria, quienes hacen que los pobladores se motiven a empezar de nuevo, pero, la ayuda del Estado demora y no beneficia como debería ser.
Ni los 6 mil soles que otorga el Banco de Materiales ni el Fondo de reconstrucción del Sur (FORSUR) funcionan. Ninguna de estas instituciones es capaz de dejar de lado la improvisación y poner en marcha algún plan efectivo. Tan solo mil de las 5 mil viviendas que necesitan los pobladores de Ica y Pisco se han construído y lo mismo ocurre para el Banmat que además de dar poco capital a las familias damnificadas para reconstruir su casa, no otorga el bono a tiempo. Hasta hoy, cientos de propietarios se encuentran en espera de que su dinero sea entregado.
Razones existen para que los pobladores de las regiones de Ica, Chincha y Pisco reclamen. Pero, ¿serán escuchados?. El cansancio de no ser atendidos está a punto de estallar, ya que miles de personas unirán sus voces para ser escuchados este viernes cumpliéndose un año del desastre. Tan sólo quieren pedir al Gobierno Central que la reconstrucción sea rápida y ya sin improvisaciones. Justo pedido para aquellos que se ven sometidos en una bomba de tiempo y sus vidas cambiaron para siempre, ya que algunos de ellos todavía no superan el trauma.
Las calles se encuentran más limpias, la gente ya no tiene miedo de lo que vaya a ocurrir, los cadáveres no se ven en aquella plaza esperando a que sean reconocidos. El sismo ocurrido el 15 de agosto nos debe enseñar que debemos tomar medidas de prevención más organizadas. El Gobierno debe fortalecer el sistema de Defensa Civil, a la vez que todo proceso de reconstrucción ante una catástrofe se debe planificar, viendo la manera como se puede llegar de manera más rápida a los damnificados y sobre todo que el país sea más unido y se encuentre más informado para apoyar aquel pueblo que necesita su ayuda.
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